sábado, junio 23, 2007

Carlos Eduardo se clavó varias espinas en una de sus manitas.
Con mucho cuidado
se las saqué
una por una.
Tenía unos cinco añitos
y aunque le dolía, no lloró.
Sentí mucha ternura hacia él
Lo abracé,
Fue un abrazo tierno,
que olía rico,
delicado,
calientico,
lo bese en la cara y me sonrió

Me encanto tenerlo conmigo
anoche
en mis sueños